Esperante. Una nueva palabra
18. Ene, 2013 - Francisco Cortes Rueda - Franciscadas, TeorÃas y franciscadas
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Esperante es un término que no aparece en el diccionario porque me lo he inventado yo, y las cosas que me invento yo no existen, de ahà que sean inventos, y como mÃos, mis inventos; y nadie me pregunta nunca por las cosas que invento, ni por las que pienso que se podrÃan inventar. Lo cierto es que nadie me pregunta ni que hago en este bar en una tarde de domingo de miércoles escribiendo solo, mientras aspirantes a algo mas que amigos, creyentes de estar enamorados o simplemente olvidados entre ellos, se hablan a medio metro de distancia, casi a gritos, como cuando se pierden en el bosque. Va bien gritar en el bosque, el ruido levanta en vuelo a los que vuelan, y si el que busca te busca, sabrá ver las señales. Benditos ellos que ni a voces llegan a buscarse en mi tarde de domingo de miércoles. Ya llevo mucho tinto y no voy a pedir mas. Cambio de mesa pero el ruido no vuela. En Colombia al café lo llaman tinto, y lo de miércoles, es copiado de Juanes. Me gusta disfrutar los inventos de otros.
Espero, es lo que hago, esperar. Y el que espera, espere lo que espere, es el gran olvidado, tan olvidado que nadie le dio nombre, le dio paciencia, angustia, no desesperes, tranquilo, ya llegará, enseguida llega. Pero al otro, al impuntual, al que se hace de esperar, se le llama de todo y menos bonito, muchos nombres le identifican, lento, tardón, impresentable y cosas aún mas fuertes conforme se incrementa el tiempo de desazón. Como siempre hemos tenido tiempo para dedicárselo al malo de la situación y en cambio, al bueno, si ser bueno se le supone al que espera entre frÃos, soledades e incertidumbres de arribadas, se le sigue haciendo esperar su nombre. Se le seguÃa, ahora ya lo tenemos. Esperante.
Esperante es el que espera, el que da por hecho que hay que esperar cinco minutos más, cinco dÃas más, cinco semanas más, porque para él el tiempo se ha detenido. Los cinco minutos siguientes son iguales a los que han pasado y la esperanza de la arribada es la misma y eso anula proclamar abandonada la espera. Son espacios idénticos, son tiempos sin aguja de reloj, tiempos donde todo gira alrededor sin tocarte, como si fueras invisible, espectador de lujo.
¿Cuando se decide abandonar el lugar de la espera convencido de que no aparecerá a quién se espera? ¿y si llega un minuto después de habernos ido? Espero, es lo que hago, esperar, y ya ven, en la espera ya hemos inventado una palabra, esperante, y otro domingo de miércoles si eso, hablamos de los tiempos de espera.
Pero dime, ¿cuando decides tu abandonar?
FotografÃa de “Caminante sobre mar de nubes” 1818, de Casper David FriedrichÂ
Francisco Cortes Rueda
19. Feb, 2013
Es una gran frase. La dejaremos aqui para siempre “Abandonamos la espera cuando el desgaste es tanto que si llegase ya no serÃa lo mismo”.
marta
19. Feb, 2013
pues para tÃ, es un regalo!
Conociéndote un poquito, cualquier adulación de Ãndole fÃsico tiene un valor relativo, ahora bién las de Ãndole intelectual, amigo esas sà que tienen valor!! Me lo tomo como un piropo de los grandes!
Francisco Cortes Rueda
27. Ene, 2013
A usted por leerme 😉 pero piense que no son desesperantes, lo parecen, realmente son constructivos. Gracias por seguirme.
A.
26. Ene, 2013
Nunca he sabido cuál es el lÃmite de la espera… y eso me desespera.
Por qué solemos esperar un minuto más, y otro, y otro… y cuando hemos sentido que hemos esperado demasiado… nos preguntamos por qué hemos empezado a esperar el primer minuto de más… un poco complicado todo, algo desesperante.
Gracias Sr. cortés…
A.
Francisco Cortes Rueda
21. Ene, 2013
Me encanta la última parte de tu respuesta. Gracias Marta.
Marta
21. Ene, 2013
yo decido abandonar la espera cuando “siento” que ya no vale la pena esperar, o porque pienso que ya no va a llegar o porque me he desgastado tanto que si llegase ya no serÃa lo mismo….